La artrosis, también llamada osteoartrosis canina, es una enfermedad muy frecuente en nuestras mascotas, que se caracteriza por la pérdida del cartílago articular, la inflamación/engrosamiento de la articulación y la formación de nuevo hueso en los alrededores del proceso. Estas degeneraciones estructurales en las articulaciones provocan diversos síntomas clínicos.

El caso que os presentamos hoy es el de un Cocker Spaniel de 10 años de edad que acudió a consulta porque presentaba desde hacía unos meses cojera de las extremidades posteriores al levantarse de la cama, es decir, cojera en frío. La tutora indicaba que no era constante y que en cuanto se ponía a caminar se le iba pasando, pero que los primeros momentos eran horribles y hasta gemía de dolor.

Le hicimos una exploración física general que fue compatible con la normalidad. En la exploración ortopédica se evidenció que presentaba mucho dolor en la extensión y flexión de ambas caderas con limitación de la movilidad.

Recomendamos a la tutora realizar unas radiografías de cadera para valorar objetivamente qué proceso estaba sufriendo nuestro paciente. Los resultados fueron de osteoartrosis avanzada en ambas caderas, que es una de las zonas más propensas a sufrir esta enfermedad.

Actualmente, existen numerosos planes terapéuticos para esta patología. Se le explicó a la tutora cuáles eran las ideales para su mascota y nos pusimos manos a la obra.

A pesar de que es una enfermedad que no se puede curar, la calidad de vida de nuestro peludo mejoró mucho y sus síntomas desaparecieron en gran medida.

Si tienes dudas sobre esta enfermedad o bien observas cojera en tu mascota no dudes en ponerte en contacto con tu clínica veterinaria. 

la artrosis en perros es una enfermedad degenerativa crónica que afecta las articulaciones y puede causar incomodidad, dolor y disminución en la movilidad. Veamos con más detalle varios aspectos relacionados con esta afección:

Causas de la artrosis en perros:

1. Envejecimiento: A medida que los perros envejecen, el desgaste del cartílago en las articulaciones puede ocurrir de forma natural, lo que lleva a la artrosis.

2. Lesiones previas: Lesiones articulares anteriores, como fracturas mal curadas o daños en los ligamentos, pueden aumentar el riesgo de desarrollar artrosis.

3. Obesidad: El exceso de peso ejerce presión adicional sobre las articulaciones, lo que puede acelerar el deterioro del cartílago.

4. Predisposición genética: Algunas razas tienen una mayor predisposición a padecer artrosis.

Síntomas de la artrosis en perros:

Los signos de artrosis en perros pueden variar según la gravedad y las articulaciones afectadas. Algunos de los síntomas comunes incluyen:

• Cojera intermitente o persistente.
• Rigidez, especialmente después de períodos de inactividad.
• Dificultad para levantarse o moverse.
• Reducción de la actividad física.
• Sensibilidad al tacto en las articulaciones afectadas.

Diagnóstico:

El diagnóstico de la artrosis en perros se realiza a través de un examen físico realizado por un veterinario. Este examen puede incluir observación de la marcha, manipulación de las articulaciones y radiografías para evaluar el estado de las articulaciones.

Tratamiento:

El tratamiento de la artrosis en perros está orientado a reducir el dolor, mantener la movilidad y mejorar la calidad de vida. Algunas estrategias de tratamiento incluyen:

1. Control del peso: Mantener un peso saludable para disminuir la presión sobre las articulaciones.

2. Ejercicio controlado: Actividades físicas suaves para mantener la flexibilidad y fortalecer los músculos.

3. Alimentación especializada: Dietas con nutrientes específicos para la salud articular.

4. Suplementos nutricionales: Glucosamina, condroitina y ácidos grasos omega-3 que pueden ayudar a mantener la salud de las articulaciones.

5. Medicación: El veterinario puede recetar analgésicos o antiinflamatorios para aliviar el dolor y reducir la inflamación.

6. Terapias complementarias: Fisioterapia, acupuntura, masajes y otras terapias pueden ser beneficiosas para mejorar la movilidad y reducir el malestar.

Es esencial trabajar en estrecha colaboración con un veterinario para desarrollar un plan de tratamiento adecuado para el perro, ya que cada caso es único y puede requerir enfoques específicos para controlar los síntomas y ralentizar la progresión de la enfermedad.